Respirar sintiendo que cada inhalación llega al corazón de la Madre Tierra y cada exhalación trae toda la energía y nutrición de las profundidades de su vientre, para ser expandida en nueva vida…
Sentir el cuerpo entregado a la presencia con un pulso acompasado y la sangre fluyendo en el ritmo de una nueva danza del despertar…
Escuchar los sonidos más variados del silencio profundo, aún aquellos sonidos apenas perceptibles…
Ver todo lo que es necesario que sea visto para recuperar el discernimiento y la consciencia que permite crear una existencia que es sagrada…
Despejar en cada respiración, en cada giro, capa tras capa las limitaciones, para reencontrarse cada vez más cerca del Ser genuino, liberado de las ilusiones, las máscaras y las ficciones…
Dejar ir lo aprendido, lo conocido, todo lo que la mente cree que sabe, para habitar el vacío creativo en el útero gestador de una nueva humanidad…
Respirar y respirarse viva, anclada a la tierra y entregada al corazón que guía lo que el alma propone más allá de lo imaginable…