Recupero el coraje de ingresar una vez más en mi cueva interior, esa que me invita a sumergirme y bucear en aguas profundas sin salvavidas, la que me conduce hacia recovecos desconocidos, que guardan secretos reprimidos, momentos negados, ignorados.
Encuentro y deshilvano historias misteriosas, tejidas en un tiempo del no tiempo, muero a ellas, una por una y me disuelvo detrás de cada muerte, para volver a nacer más pura, más genuina, más real en una nueva forma que aún no sé cuál es.
Me sostengo en el aliento, en la fuerza vital, en la pura existencia que me habita, en el latir de mi corazón que se expande y susurra un nuevo sentir del Alma, recordándome única e irrepetible; absolutamente necesaria para el gran tejido del Cosmos.
Es la magia que se produce en la cueva, la que me facilita la entrada en un nuevo portal interior que me invita a preparar el terreno para una nueva siembra, en amor, paz y unidad.