En este tiempo, en el que he conectado mucho con mi propio cuerpo y con la Naturaleza, he tomado conciencia acerca de la importancia de respirar.
Desde la biología, la respiración puede ser descripta como un proceso de intercambio natural, que ocurre de manera automática y sincronizada en plantas y animales. Y aquí hay un punto muy importante: la respiración nos conecta de manera directa con las plantas. Los animales y los humanos, a través de la respiración nos alimentarnos de oxígeno, y liberamos dióxido de carbono, mientras las plantas hacen el proceso inverso. Sin embargo, también existe un intercambio de energía, una reciprocidad.
Respirar es sinónimo de vida, ya que solo respira el que está vivo. De la misma manera, solo vive el que respira, y vive mejor el que sabe respirar. Y es que sí, es un proceso natural del sabio cuerpo que poseemos, pero también es un proceso que puede regularse, y podemos intencionar cada respiración. Tenemos la posibilidad de inhalar vida, energía sutil y liviana, y exhalar toxinas, energías densas. La respiración puede utilizarse como una medicina, para calmar la mente y liberarse, y como un medio para alcanzar otros niveles de conciencia.
Desde la cosmovisión andina, todo está vivo. Por lo tanto, todo respira. No sólo las plantas y los animales, también la Tierra, las rocas, el océano, el fuego…
Respirar es vivir. Por eso, aprender a respirar es una forma de crear salud en nuestras vidas y a lo largo del tiempo, se han ido desarrollando muchas técnicas de respiración conciente.
La calidad del aire que respiramos también influye en este proceso. Por eso, nos sentimos tan plenos en el bosque, que nos invita a respirar con calma y en profundidad, tomando cada respiro como el elixir que es, y reconociendo a la respiración como un instrumento valiosísimo con el que contamos desde que nacemos, e incluso antes de ese momento.
Thelmi
